Igual que en Matrix, todo es cuestión de elección, la pastilla roja o la azul. La azul es la felicidad enlatada, el espacio invadido por la publicidad narcotizante, venta de ‘experiencias’ vacuas, comercialización del tiempo de ocio para llenarlo con pasatiempos evasivos, la ‘industria’ cultural, la vida aislada en los hogares hiperconectados a contenidos ‘autorizados’, contenidos ‘oficiales’ y supervisados. La realidad premascada que no perturba, que no cuestiona nada, la vida como un videojuego, el pánico a la calle como peligro imaginario, la aversión enfermiza al riesgo, la infantilización suprema. Y a la mañana siguiente vuelta a la oficina para repetir el ciclo y recargar las baterías del sistema. A ser posible sin pensar demasiado, paga tus impuestos y no seas conflictivo. Be soft, my friend.
Pero también pueden elegir la pastilla roja y entrar en un mundo nuevo, donde las ciudades no son entornos hostiles, son redes de barrios interconectados, vecinos que tejen redes globales en el hiperespacio y colaboran de forma local en los espacios públicos y cercanos. La vuelta a lo común, la idea de la polis, ciudadanos partícipes de su propio futuro, la cultura de la cooperación y el compartir. El dinero existe para pagar las facturas, para todo lo demás colabora y regala. Y una explosión de arte, arte en los centros sociales autogestionados, arte en la calle, arte independiente y crítico, cuestionando el sistema hasta los cimientos, como debe ser, lo otro es decoración de casas caras.
Y supongo que Diana Prieto y Guillermo de la Madrid, con su proyecto de Madrid Street Art Project, saben que están realizando el papel de Morpheus y van abriendo los ojos a muchas personas a esta realidad que existe en las calles, al arte urbano público. Y sabrán que las gentes que se aproximan por primera vez ya nunca verán las ciudades con los mismos ojos, quizá se lleven algún bolardo por delante, pero no serán capaces de pasear sin fijarse en cada rincón, en cada señal, en cada reja, en cada esquina o pared buscando los signos de los artistas, ahora que han descubierto su existencia y su significado. Revelación.
Y lo que seguro no saben es que los que nos dedicamos de forma compulsiva a documentar y fotografiar los detalles urbanos (y rurales) que nos vamos encontrando, también hemos descubierto el motivo de este frenesí en los safaris que organizan. Revelación.
Lo descubres cuando llevas unas cuantas fotos impresas, las regalas a varios de los asistentes y una chica te dice:
– Gracias, y esto, ¿y cuanto te tenemos que dar?
– mmmm, nada, mujer.
– =_= (perplejidad) pero, pero, entonces ¿porque lo haces?
– Por amor al arte
– X-D (sonrisa de oreja a oreja) ¡¡¡Gracias!!!
Mentira, ya sé porque lo hago, que cursilería de amor al arte, lo hago por la espléndida sonrisa que me regaló ella. Ese es el motivo, recoger sonrisas, cosechar pequeños momentos de felicidad compartida.
Gracias Guillermo y Diana por guiarme al otro lado del espejo. Gracias por repartir pastillas rojas.
Con ustedes un punto de vista personal de los safaris de arte urbano de Malasaña y Lavapiés organizados por MSAP.
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Nos vemos de caza! en las calles!
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