Supongo que es casualidad, las tres recientes piezas de Pablo S Herrero y compañía en Salamanca están en calles con la misma orientación, en las que el sol comienza a darles justo a las dos de la tarde, las doce hora solar, enfiladas al mediodía con precisión de segundos.
Las dos de la tarde de uno de los primeros días con sol de verdad, del que ya quema. En Pizarrales, barrio popular de toda la vida, con su monumento al obrero, sus carteles del primero de mayo, las calles estrechas de adoquines nuevos, la mayoría casas bajas, esas de siempre, todas recién pintadas, algunos solares en los que han colocado bancos con abuelas sentadas, la ropa tendida en cuerdas al sol por matriarcas de luto eterno, descampados llenos ahora de flores y perros, alguna fachada decorada con azulejos, santos y macetas, ese olor intenso a recién fregado de las mañanas de entresemana de barrio.
A las dos es justo la hora en que el olor a limpio cambia por el olor a guiso, los viejitos van descansando en cada banco según suben el pan, algunos adolescentes ya vuelven con las mochilas a reventar, la familia gitana monta la mesa para comer en la calle junto a la sombrilla de chiringuito, el chico ocioso pasa por tercera vez y ya regresan a comer a su casa los operarios con sus uniformes, el azul del taller, el naranja del de la gasolinera, el amarillo del de correos, el gris del electricista, algún corredor despistado con los mismos colores pero en fluorescente. Por una puerta entreabierta sale corriendo una niña, con las llaves en la mano y gritando que vuelve ya, no tendrá ni dos años pero corre como una lagartija. Da gusto oír la vida que dan los niños a las calles. Esto más que un barrio es pueblito adosado a la ciudad.
Al final esperar hasta las dos mereció la pena, pero no sólo por las fotos. Mejor entorno imposible para las piezas de Pablo S. Herrero colaborando con Milu Correch, David de la Mano y Seikon, aquí las fotos:
Todas las fotos en mi flickr
Nos vemos por las calles!
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